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Con gran dolor de mi alma, dejo de recomendar votar en blanco



He votado en blanco muchas veces y he recomendado ese voto desde hace muchos años, como signo de protesta ante la ausencia de democracia y la falta de ética en los partidos políticos españoles, pero esta vez, ante las elecciones generales del 20 de diciembre de 2015, no puedo seguir recomendando ese voto porque ya también cuestiono el sistema político español, incapaz de regenerarse, cada día mas alejado de la democracia y más próximo a una dictadura camuflada de las clases poderosas y de partidos políticos que se han olvidado de los ciudadanos y del bien común.
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Creo tanto en la fuerza democrática del Voto en Blanco que he bautizado mi blog personal con ese nombre, como signo inequívoco de que los políticos españoles necesitan y merecen una intensa censura. Ahora me duele tener que abandonar ese voto en blanco, al que he sido fiel durante un par de décadas, creyendo que los partidos y sus programas no merecían la pena, pero sí el sistema. Hoy también he dejado de creer en el sistema político español, al que no le veo relación alguna con la democracia y en el que no atisbo ni buena voluntad ni posibilidad alguna de regeneración.

La pérdida de confianza y de esperanza en el sistema político español y en sus posibilidades de regeneración trae consigo, lógicamente, el abandono del voto en blanco, ya que ese voto, en contra de su naturaleza, lo apoya y sostiene porque los que eleboraron la ley electoral decidieron pervertirlo.

Ni siquiera el sagrado derecho a elegir está respetado en España, donde se vota una lista cerrada y bloqueada, en la que el jefe del partido ha colocado a sus amigos incondicionales para que después ellos le voten a él. Eso se parece a una democracia como un bolígrafo a un pez.

El sistema vigente en España no cumple ni una sola de las leyes básicas de la democracia. Sin separación de poderes, sin una ley igual para todos, sin respeto a los derechos fundamentales básicos, sin protagonismo del ciudadano, sin unas elecciones que permitan elegir libremente a los representantes, sin controles suficientes al poder, sin una sociedad civil independiente y fuerte, que sirva de contrapeso al poder político, sin una prensa libre y capaz de informar con veracidad e independencia y sin protagonismo ni participación del ciudadano en las decisiones, el sistema político español es ajeno a la democracia y toda una una estafa.

Pero, además de esos vicios básicos, el sistema español ha adquirido hábitos y rasgos fatales, como el avance de la corrupción, que se ha hecho capilar, el desprestigio de la clase política, que aleja al ciudadano de sus representantes teóricos y una falta de confianza generalizada en la clase dirigente que invalida y deslegitima a un sistema en el que los políticos y sus partidos aparecen en las encuestas como el segundo mayor problema del país.

Ante esa situación, votar en blanco, un voto de protesta con profundo sentido democrático, ideado para los que rechazan a los partidos y a sus programas, pero aceptan el sistema, no es decente ni justo.

España está tan podrida que el voto en blanco, que es un genuino voto de censura, es malinterpretado por la injusta ley electoral vigente y en lugar de servir como castigo a los grandes partidos, les ayuda porque son contabilizados como simples votos y eso les beneficia y dificulta que los partidos pequeños, generalmente los mas limpios y democráticos, puedan alcanzar el mínimo de votos necesarios para obtener representación parlamentaria.

La perversión del sistema político español hace que un voto en blanco cuya intención es censurar a los grandes partidos, termine beneficiándolos, toda una violación de la voluntad política del votante.

Votar en blanco, en el actual momento de la política española, puede servir para asumir responsabilidades terribles y apuntalar con ese voto el sistema, toda una aberración porque los que hemos recurrido a ese voto lo que queremos es criticarlo y reconducirlo hacia la democracia y la decencia.

Somos muchos los españoles que no sabemos qué hacer y después del lamentable debate "cara a cara" entre Rajoy y Sánchez, del 14 de diciembre, los indecisos decepcionados y asqueados somos todavía mas. No sabemos si abstenernos o votar a uno de los partidos emergentes, pero nos da miedo entregar nuestro voto a quien sea porque estamos convencidos de que el sistema, que es corrupto, termina por corromper también a los partidos que nacen con buena voluntad y sentido democrático.

La abstención te iguala con los indiferentes y con los que carecen de interés por la política, pero quizás sea la única salida digna para los que no quieran colaborar con un sistema manifiestamente injusto, que genera desigualdad, injusticia y atraso, en el que los pobres son cada día mas pobres y los ricos mas ricos y en el que la clase dirigente cada día es mas poderosa, inepta, sádica, arrogante e impune.


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Sábado, 19 de Diciembre 2015
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