Entre las ochenta medidas contra el cambio climático recién aprobadas por el Gobierno de España, destaca la de penalizar con impuestos (14.75% más) a los coches de gran cilindrada que más contaminan. Buena medida, pero, para que sea ejemplar y democrática, debería llegar acompañada de un cambio en la flota de los políticos espaoles, casi toda ella de alta cilindrada, preparada para consumir ríos de combustible y altamente contaminante.
Podríamos entender (con esfuerzo, desde luego) que un ministro necesite un automóvil de alta cilindrada y de elevado precio, si se quiere por razones de representación, pero no se entiende, en democracia, que decenas de miles de politicos españoles, asesores, directores de organismos y empresas públicas, alcaldes, diputados provinciales y hasta concejales compitan como salvajes por subirse a coches cada año más enormes y costosos.
El parque oficial de vehículos de España es inferior en número, aunque no en calidad y cilindrada, al de Italia, que bate el record mundial de la vergüenza, pero es superior al de Estados Unidos, que es el país más poderoso y rico del mundo.
El ejemplo puede ser válido para los que coleccionan argumentos demostrativos de que la democracia española ha sido degradada y transformada en una oligocracia.
Podríamos entender (con esfuerzo, desde luego) que un ministro necesite un automóvil de alta cilindrada y de elevado precio, si se quiere por razones de representación, pero no se entiende, en democracia, que decenas de miles de politicos españoles, asesores, directores de organismos y empresas públicas, alcaldes, diputados provinciales y hasta concejales compitan como salvajes por subirse a coches cada año más enormes y costosos.
El parque oficial de vehículos de España es inferior en número, aunque no en calidad y cilindrada, al de Italia, que bate el record mundial de la vergüenza, pero es superior al de Estados Unidos, que es el país más poderoso y rico del mundo.
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