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Campeones, viento fresco y nobleza en el maltrecho cine español



La película Campeones, una de las triunfadoras de los premios Goya, junto con "El reino", es un chorro de aire fresco y esperanza en el cine español, cuya imagen está muy dañada por su politización y por su incapacidad de llenar las salas de proyección y de ganarse el cariño de los aficionados españoles al cine, muchos de los cuales han escapado de las salas en los últimos años.

Campeones podría redimir el cine español si los productores, realizadores y actores siguen su camino y aprenden que la receta para alcanzar el éxito cinematográfico tiene tres soportes: los valores, la grandeza y la calidad. Los habituales cutrerios y enredos cargados de negatividad, tan típicos del cine español y ajenos a millones de aficionados a la pantalla, sólo conducen a la ruina y a tener que vender el alma para recibir subvenciones que castran y debilitan la industria.
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La gala de los Goyas, celebrada en Sevilla, ha sido boicoteada por esa media España que no soporta la baja calidad y la politización de la gente del cine español, pero esta vez hubo una sorpresa positiva e ilusionante porque triunfó "Campeones", una película que al menos apuesta por los valores y no por la negatividad y el cutrerío habituales.

Jesús Vidal ha sido galardonado como mejor actor revelación en la gala de los Goya 2019 por su papel en 'Campeones'. Su discurso ha emocionado a todos los presentes y a quienes lo han visto por televisión: "A mí si me gustaría tener un hijo como yo por tener a unos padres como vosotros", ha comentado como frase final en agradecimiento a sus progenitores.

En 'Campeones' de Javier Fesser, Vidal interpreta a uno de los jugadores del equipo de baloncesto que entrena Javier Gutiérrez. "Ustedes han distinguido a un actor con discapacidad, no saben lo que han hecho", ha dicho Vidal al recoger el premio y ha mencionado tres palabras: "inclusión, diversidad, visibilidad". El discurso de Vidal, recogido en el vídeo que ilustra este artículo, conmovió y emocionó.

Ojalá los creadores del cine español corrijan su rumbo y afronten el desafío de incorporar al cine dos líneas que están lamentablemente ausentes de nuestro cine: los valores y principios, por un lado, y por otro el respeto y admiración por la grandeza y el heroísmo de España y los los españoles del pasado. El cine, como todas las bellas artes, tiene el deber de promover los valores y esforzarse por empujar el mundo para que sea mejor. Su politización sectaria y su rechazo a lo que es genuinamente español son, junto con la escasez de calidad y creatividad, las grandes carencias que le llevan hacia la tumba.

Los norteamericanos, con una historia cien veces menos rica y gloriosa que la española, han utilizado el cine con éxito para ensalzar su historia, propagar sus valores y agregar prestigio al nombre de Estados Unidos, pero en España, el politizado y resentido mundo del cine, quizás porque está embotado por las subvenciones y por la sumisión a partidos e ideologías, no se atreve a hacer cine histórico, quizás acomplejado porque cree que la grandeza y el heroísmo de aquel pasado grandioso de España es patrimonio de la derecha.

No hace mucho me quejé ante un amigo catedrático de Historia de la poca atención que el cine español presta a nuestra grandeza histórica, pero la respuesta que obtuve me dejó de piedra:

"Mejor que no toquen esos temas porque nuestros cineastas presentarían a Blas de Lezo como un cojo tuerto sanguinario, a Hernán Cortes como un genocida y a Felipe II como un lunático triste y rencoroso".

En días pasados, la máxima representante de Podemos en Andalucía, Teresa Rodríguez, perteneciente a la misma cultura "progre" que la mayoría de los cineastas españoles, dijo en el Parlamento Andaluz que los Reyes Católicos, con su victoria sobre el Islam, clausuraron una etapa gloriosa de cultura y esplendor para sumir de nuevo a España en el declive y el medievo, una afirmación que se carga de golpe toda la verdad y el esplendor que contiene el Siglo de Oro de España, probablemente una de las etapas más brillantes de la Historia de la Humanidad.

España se merece un cine mejor del que le entregan sus cineastas, un cine que fortalezca el orgullo de ser una nación pionera y cargada de méritos y gestas. El cine español sólo triunfará si conecta de nuevo con esa sociedad que ha abandonado las salas y que, cabreada por la politización y el cutrerío, ha jurado que nunca verá una película "Made in Spain".

Campeones es uno de los caminos hacia el éxito. Bienvenido sea el cine de los valores.

Francisco Rubiales


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Martes, 5 de Febrero 2019
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