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¿Cambiar la Constitución? Bastaría con que se respetara la actual



La Constitución no tiene que cambiarse, sino sustituirse por una que sea democrática, no como la actual, que es un bodrio que relega y desprecia al ciudadano para otorgar todo el protagonismo y el poder a los partidos políticos. No es democrática sino partitocrática y oligárquica. Sin embargo, el mayor problema de la actual es que ni siquiera se respeta porque los partidos, cargados de arrogancia y de poder sin control, la violan.
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Los políticos españoles, pérfidos y manipuladores, están orientando el debate nacional sobre si se debe cambiar o no la Constitución de 1978, cuando la verdadera cuestión a debatir es si esa Carta Magna vigente se cumple o no se cumple. A los políticos no les interesa que la sociedad española descubra que ellos han incumplido y violado sistemáticamente la Constitución desde su aprobación, en 1978. Ya tienen demasiada ignominia, oprobio y rechazo encima para acumular todavía mas.

La realidad demuestra que la Constitución Española es un papel mojado que los políticos cumplen o incumplen según sus conveniencias. Para comprar los votos catalanes, tanto el PP como el PSOE han tolerado violaciones constitucionales tremendas en territorio catalán, desde la marginación y persecución del idioma español al incumplimiento de las sentencias de los altos tribunales, cerrando los ojos ante el adoctrinamiento nacionalista de los niños y jóvenes y la expansión de dos fenómenos que marcan hoy la realidad catalana: la corrupción y el odio a lo español.

Los derechos al trabajo y a una vivienda digna, contemplados en la Constitución, son masivamente violados en la España actual, así como derechos humanos fundamentales como el de proporcionar al ciudadano una información veraz , independiente y crítica, no controlada por el poder político. Tampoco se respeta el mandato constitucional de que los partidos políticos practiquen la democracia en sus organizaciones, ni se respeta al ciudadano en sus derechos fundamentales cuando se permite la tortura policial o la aplicación de la ley de manera distinta a los ricos y a los pobres.

Una de las pruebas mas escándalosas de las violaciones a la Constitución son los indultos decretados por los gobiernos, muchos de los cuales libraron de la cárcel a sinvergüenzas, ladrones y canallas. Con el último, Rajoy libró de la cárcel que merecían a cuatro mossos de escuadra torturadores.

Todos sabemos que los controles al poder no funcionan en España, que la corrupción es perseguida de manera blanda y laxa por los tribunales, que no existe separación ni independencia en la Justicia y que el Parlamento es un conjunto de voces esclavas al servicio de los partidos políticos, no del ciudadano al que los diputados y senadores dicen representar, cuando en realidad sólo representan a los partidos y a los líderes que les colocaron en las listas cerradas, bloqueadas y antidemocráticas vigentes.

Hay decenas de violaciones de derechos consagrados por la Constitución y de mandatos que deberían ser obligatorios, pero que la clase política, que disfruta de privilegios injustos y de una inmunidad y una impunidad tan insolente como antidemocrática, incumple y viola a diario, desde impuestos injustos a la negativa indecente a desmontar un Estado español tan enorme y plagado de enchufados que ningún país del mundo, por muy rico que sea, podría financiar. La existencia de centenares de empresas públicas sin utilidad alguna, que los políticos se niegan a cerrar, las deudas de las administraciones, que están causando el cierre de miles de empresas y el desempleo de muchos ciudadanos, a pesar de que existe una ley que les obliga a pagar con celeridad, la condonación de créditos a políticos y la concesión de créditos , desde las cajas de ahorro, a amigos y partidos que no los pueden pagar, la imposición, por la fuerza, de una fiscalidad abusiva a ciudadanos y empresas, producto solo de la voracidad y la avaricia de la clase política, los desmanes tolerados del sistema bancario, los recortes a la sanidad y a la educación, practicados sin que antes se haya adelgazado el Estado, la adjudicación fraudulenta de contratos y subvenciones a los amigos del poder, la marginación de los adversarios en contratos públicos, subvenciones y concesiones, la colocación a dedo de amigos del partido como funcionarios o personal contratado por el Estado y mil tropelías y violaciones constitucionales más son el verdadero drama de España y la mayor de las urgencias, mil veces mas prioritario que el estúpido debate sobre si necesitamos o no una Constitución nueva.

¿Para qué queremos una nueva Constitución o unos cambios profundos en la actual? ¿Para incumplirla como la que tenemos vigente? Antes de adoptar un nuevo texto hay que sanear España, limpiarla de inmundicia y dotarla de un liderazgo político decente, que no sea despreciable y que merezca respeto.


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Lunes, 10 de Diciembre 2012
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