Colaboraciones

CHÁVEZ, DICTADURA A LA VISTA (1)





Por Eduardo Caldarola de Bello

Las recientes elecciones legislativas celebradas en Venezuela han dejado muy claro –aunque todavía haya muchos “neoprogresistas”, “rojos de toda la vida”, y demasiados “voluntaristas” que no lo reconocerán jamás- una circunstancia que, al menos, para no pocos observadores, era más que factible: el régimen del “bolivariano” Hugo Chávez recorre, estación tras estación, el viaje más infernal para cualquier ciudadano: el que tiene como destino final “la estación Dictadura”.

Lo que sucede en la Venezuela de estos días es una constatación más de cómo se puede llegar a un régimen autoritario, partiendo desde la algarada populista y utilizando métodos formalmente democráticos. En estas “elecciones” sucedieron, al menos, dos hechos destacables: la participación total no superó al 25 por ciento de los electores –todos pertenecientes a la coalición chavista, ya que la oposición se retiró un semana antes. O sea, se ha conformado un parlamento monocolor, sólo una voz se escuchará a partir de ahora; y la utilización, por primera vez en el mundo, de las “máquinas cazahuellas”, un sistema automatizado de control de los votos que permitía identificar lo que votaba cada elector (NO HUBO VOTO SECRETO, condimento indispensable en cualquier sistema democrático) y fácilmente manipulable para cambiar el sentido del voto (y que no ha sido auditado por instancia independiente alguna del Gobierno). Desde luego, esta “infernal” maquinaria siempre estuvo controlada por miembros del Consejo Nacional Electoral, en manos de chavistas puestos allí por eso mismo, por ser chavistas. Independencia, objetividad, imparcialidad, nada de nada.

En un interesantísimo artículo de Joaquín Ibarz, corresponsal del periódico “La Vanguardia”, éste destacó la furibunda reacción de Hugo Chávez contra la declaración hecha por los observadores de la Organización de Estados Americanos (OEA), de la Unión Europea (UE) y del Parlamento español “por cuestionar la pulcritud de las elecciones legislativas”. Su mayor disgusto lo tuvo después de leer las opiniones de diputados y senadores españoles (del PSOE, PP, Convergencia i Unió, Entesa Catalana de Progrés, PNV y Mixto -Eusko Alkartasuna-. Estaban todos menos, ¡cómo no podía ser de otra manera!, los representantes de Izquierda Unida, coalición integrada mayoritariamente por miembros del Partido Comunista, y que mantienen estrechos lazos con el régimen chavista por su, entre otras cosas, enfrentamiento abierto “con el imperialismo norteamericano”). Los españoles manifestaron su gran preocupación por la “polarización indiscutible” observable tanto entre las distintas fuerzas políticas como entre la ciudadanía. También expresaron su inquietud por el resultado “de un proceso en el que tan solo la coalición oficialista logra representación parlamentaria. Un parlamento sin representación de la oposición plantea grandes incertidumbres en cuanto al funcionamiento normal y democrático de las instituciones”. Algunos días más tarde, ya en España, Iñaki Anasagasti, del PNV, en declaraciones al periódico “Deia”, decía textualmente: “Hoy día en Venezuela se está viviendo un sistema policial. No es una democracia, es un régimen policial, por lo que entiendo que la gente tenga desconfianza en el sistema, ya que el voto no es secreto”.

Según no pocos analistas venezolanos, el Gobierno de Chávez utilizó las armas menos democráticas para presionar a los ciudadanos para que fuesen a votar, con el velado y no tan velado mensaje de que podían perder el trabajo o los beneficios sociales. ¡Es que tenían preparada la trampa perfecta, el sistema informático que descubriría el voto de cada ciudadano. Después era “coser y cantar” el poder proceder en consecuencia: a los que han votado chavismo, todo; a los otros, ni agua!.


(sigue)


Franky  
Lunes, 9 de Enero 2006
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