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Brasil y España no están tan lejos: ataques a la democracia desde distintos ángulos



Hablemos claro sobre lo ocurrido en Brasil y demostremos que la democracia está siendo asesinada allí y también aquí, en España. Allí por las masas exaltadas que utilizan la vinolencia contra las instituciones; aquí por un gobierno que no respeta la voluntad popular, gobierna para beneficiar a delincuentes, cambia las leyes en contra de la opinión ciudadana y utiliza el engaño y la mentira casi a diario.

A la democracia se la puede atacar desde muchos ángulos, sobre todo desde el poder y desde la ciudadanía. En Brasil está siendo atacada por una parte de los ciudadanos, pero en España es el poder político gobernante quien la ataca y destruye.

Brasil y España no están tan lejos como muchos creen. Ambas son dos realidades paralelas de serio deterioro democrático.

Es un hecho probado que Sánchez y Lula pertenecen al mismo club de marionetas al servicio del Nuevo Orden Mundial (NOM), uno de cuyos postulados es que la democracia debe ser abatida y sustituida por un gobierno universal inamovible.
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No cabe duda de que cuando las multitudes toman los edificios que albergan los grandes poderes del Estado, como acaba de ocurrir en Brasilia, están atentando contra la democracia y merecen una condena drástica. Pero lo que está ocurriendo en España cuando Sánchez gobierna haciendo lo que prometió a los electores que nunca haría y dirige el Estado en compañía de totalitarios antidemocráticos y partidos que odian a España y al sistema democrático, también es un atentado muy grave contra la democracia, quizás más grave que el de Brasil, se se tiene en cuenta que el brasileño está siendo reprimido, mientras que el español sigue su avance y gobierna con impunidad.

Produce indignación y asco escuchar a los periodistas comprados por el sanchismo indignarse contra las huestes pro-Bolsonaro, mientras ni siquiera mencionan que en España se está atacando también la democracia, pero desde las instituciones y, concretamente, desde el gobierno.

Suprimir el delito de sedición cuando el pueblo, masivamente, está en contra, es atacar la democracia; indultar a delincuentes sólo porque el sátrapa que gobierna necesita sus votos es atacar la democracia; suavizar las penas por malversación, despejando el camino a los corruptos, en contra de la voluntad popular, es atacar la democracia; beneficiar a las autonomías nacionalistas y separatistas en detrimento de las otras es atentar contra la democracia, además de corrupción en estado puro.

El asalto a los palacios de Brasilia no tendrá éxito, pero el asalto a la democracia que realiza el sanchismo lo está teniendo y está demoliendo la democracia española, un sistema basado en la confianza de los administrados en sus administradores, que es España ya está tan hecho trizas que millones de españoles, cansados de mentiras, engaños y estafas desde el poder, temen hasta que se produzca un fraude electoral.

¿Por qué se condenan los atentados contra la democracia cuando lo protagoniza la extrema derecha y nunca cuando lo hace la extrema izquierda socialista o comunista. ¿Por qué se condena a Hitler y no tanto a Stalin, que fue diez veces más asesino?

La única respuesta es que la izquierda ha logrado anestesiar y confundir tanto a la sociedad y la cultura que tiene bula para dinamitar el sistema y aniquilar las libertades y derechos, mientras que los demás no pueden mover un sólo dedo contra el corrupto y amañado sistema.

Esta es la verdad, le pese a quien le pese: las masas rebeldes de Brasil y Pedro Sánchez coinciden en atacar la democracia, cada uno desde su ángulo. La única diferencia es que los rebeldes brasileños están siendo encarcelados, mientras que Sánchez sigue adelante en su labor de demolición del sistema, con impunidad y aplaudido por legiones de abducidos por el marxismo cultural.

Francisco Rubiales

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Martes, 10 de Enero 2023
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