Información y Opinión

Bolivia, ¿acaricia ya el Pacífico? -- 'Con otro acento' (Observatorio Latinoamericano)





Todo comenzó con la Guerra del Pacífico (1879-1884), un conflicto que enfrentó a Chile y Bolivia –aliado entonces con el Perú, gracias al pacto firmado en secreto en 1873, e ignorado por los chilenos- por el impuesto que este último país impuso al quintal de salitre exportado, especialmente el proveniente de las salitreras de Antofagasta. Chile entendió que con esta decisión los bolivianos violaban un tratado anterior, firmado en 1874, que establecía que Bolivia no incrementaría los impuestos sobre el salitre durante 25 años, o sea, hasta 1899.

Chile invadió territorio boliviano, triunfó en la batalla, “movió” su frontera hacia el norte y dejó a Bolivia sin acceso al mar. Hasta hoy.

(Hacia 1870, Chile contaba con una economía basada fundamentalmente en la exportación de las explotaciones de salitre, situadas esencialmente en el desierto de Atacama y hasta el extremo sur del territorio peruano. Inglaterra -¡siempre los ingleses!- mantenía también enormes intereses en el comercio del salitre, y junto a los chilenos poseían el 33 por ciento del salitre peruano).

Finalmente, años más tarde se firmó el Tratado de Paz, Amistad y Comercio entre Bolivia y Chile, conocido como el Tratado de 1904, en el que se definió la actual delimitación territorial, por el que la soberanía chilena se extiende hasta la frontera con Perú y la de Bolivia no alcanza a tocar el mar. En este documento, además, se otorga al país del Altiplano un amplio y libre derecho –a perpetuidad- de tránsito comercial por territorio chileno y por los puertos del Pacífico.

Bolivia es uno de los dos únicos países de América sin litoral marítimo y el séptimo en tamaño –según la BBC- de los 42 que hay en el mundo, de los que 30 se encuentran entre los menos desarrollados y más pobres del planeta. No aprovechar las riquezas marinas, ni disponer de un acceso libre al comercio internacional constituyen dos de las más grandes desventajas, según no pocos especialistas, si no se posee salida al mar.

La pregunta clave, y antes de cualquier otra consideración, es, entonces: ¿por qué no se ha materializado un acuerdo tras 126 años de negociaciones infructuosas?.

Aunque muchos amantes del “piensa mal y acertarás” puedan no creerlo, hay ciudadanos chilenos deseosos de que Bolivia salga, “por fin”, al Pacífico. “Les beneficiaría y nos beneficiaría”, suelen afirmar en conversaciones informales. Observadores cualificados del país trasandino, que materializan sus opiniones en distintos periódicos chilenos, no dudan en afirmar que Bolivia, más concretamente su diplomacia, ha perdido varias oportunidades de lograr “su salida al mar”.

Señalan “la violación del acuerdo de 1874”, que desembocó en la Guerra del Pacífico, la no materialización del acuerdo de 1895, “por el que Chile y Bolivia firmaron solemnemente el retorno al mar de la segunda, y la entrega por parte de Chile de Tacna y Arica”, circunstancia que no prosperó por la “permanente solicitud de nuevos beneficios por parte boliviana”, siempre dispuesta a no considerar definitivo ningún texto que se le presentase, y, tras el acuerdo de 1904, su pronta actitud de deslegitimación del mismo, afirmado que “lo habían firmado a la fuerza” y otros extremos por el estilo, como ejemplos contundentes al respecto.

Los bolivianos se defienden afirmando que “el tratado de 1904 es ignominioso, injusto, insolidario, ejemplo claro de un país que ha vencido a otro”. La cancillería boliviana, en más de un comunicado, no ha dudado en declarar que “este tratado selló nuestro mediterraneidad, limitó nuestro desarrollo, obstaculizó nuestro comercio y representó una amenaza para nuestra seguridad nacional”.

No obstante, algo parece estar moviéndose alrededor de este singular conflicto, uno de los más longevos de América latina. El mes pasado, el canciller chileno, Alejandro Foxley aseguró, en declaraciones al periódico “El Mercurio”, que su país “estudiaba la posibilidad de que los bolivianos tengan un acceso soberano al mar a través del norte de Chile”. Es la primera vez que el país del Cono Sur acepta esta posibilidad oficialmente, descartada en los últimos años por la actitud boliviana de demanda de salida marítima ante distintos foros internacionales.

A su vez el Gobierno peruano también ha afirmado en los últimos meses que “respaldará la salida al océano Pacífico, si Bolivia llega a un acuerdo con Chile”. No hay que olvidar que por el Tratado de Lima, firmado por Chile y Perú en 1929, el gobierno peruano deberá ser consultado si se le concede a Bolivia un acceso al mar por la región chilena de Arica, que fue peruana hasta 1880.

Pero, lo que más se mueve actualmente es el panorama político que afecta a los países involucrados en “el eterno diferendo”, como se lo bautizó hace ya varias décadas. La llegada de la señora Bachelet a la presidencia chilena favorecerá, sin duda, cualquier solución dialogada y rigurosa al respecto, mientras que la irrupción de Evo Morales, con su nacionalismo revolucionario y “justiciero” como bandera irrenunciable –de momento-, seguramente supondrá un “empujón” en las negociaciones para que su país logre, por fin, una salida airosa. La mayor incógnita se encuentra en el Perú, con la segunda vuelta de unas elecciones presidenciales en las que el etno-nacionalista Ollanta Humala tiene una cierta ventaja (como auguraron las encuestas), y que, si triunfa y por afinidad con Morales, sobre todo, podría contribuir mucho al acuerdo final. Aunque también hay un obstáculo: ver si Ollanta cambia su antigua reivindicación sobre Arica en aras de enterrar, definitivamente, uno de los conflictos más antiguos del subcontinente.

Huele a gas, a petróleo, a nacionalismo revolucionario, a transición, a multiculturalismo, a cambio –real o ficticio-, y a reformas desconocidas del Estado en gran parte de la región......pero también huele a Pacífico, sobre todo para los bolivianos, con su aroma de yodo y salitre, algas verdes y playas, y esperanza en un futuro mejor. Solo falta que los “grandes hombre y mujeres” se pongan de acuerdo, de una puñetera vez.


eduardo caldarola de bello

Franky  
Domingo, 14 de Mayo 2006
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