Información y Opinión

Algunas empresas verificadoras y plataformas de internet se han incorporado al entramado totalitario



Las empresas verificadoras, encargadas en teoría de eliminar bulos y falsedades, realizan un trabajo confuso y poco transparente en el que a veces se cuelan los peores bulos y mentiras, siempre que procedan de los gobiernos o del establishment. En realidad, esas empresas, que desenmascaran algunas mentiras y falsedades, son especialmente eficaces en los casos que dañan al poder político y curiosamente ineficaces a la hora de detectar y denunciar las mentiras del poder.

Ese comportamiento ha provocado que muchos analistas y expertos cuestionen el trabajo de los verificadores y los acusen de sostener a los poderosos, más que a defender la verdad.

En países como España, donde el poder político teme cada día más el creciente rechazo de los ciudadanos, indignados ante los fracasos de los políticos, las muertes por negligencia y el hundimiento de la economía por mala gestión, la represión de la libertad de expresión es cada día mayor.

Esa empresas que controlan los contenidos publicados han proliferado como las setas en otoño y pretenden ser la respuesta defensiva ante la invasión de mentiras y bulos en las redes sociales. Sin embargo, no son todo lo objetivas, fiables e independientes que la situación requiere y se convierten muchas veces en instrumentos al servicio de los que les pagan, que por lo general son los gobiernos con alma totalitaria.
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Libertad de expresión, mientras no se ataque al poder dominante. En la imagen, Mark Zuckerberg, creador y mandamás de Facebook
Los verificadores son especialmente activos en las redes sociales, donde han contribuido a imponer una dinámica de censura que muchos juristas y analistas consideran violaciones de la libertad de expresión y de la misma democracia, que no puede existir sin la libertad de opinar y disentir. Los cierres de cuentas son ya una pandemia en redes como Facebook, donde nadie conoce sus famosas "normas comunitarias" y donde se considera incitación al odio cualquier ataque al gobierno o a los partidos radicales de izquierda. Los verificadores se han convertido en censores y empresas como Facebook ya han dejado de ser simples transmisoras de contenidos para convertirse en plataformas de poder e influencia, casi siempre al servicio del llamado Nuevo Orden Mundial.

El cierre de las cuentas de todo un ex presidente de Estados Unidos como Donald Trump y de Robert Kennedy junior son dos ejemplos de alcance mundial que reflejan la represión en Internet y la entrega de algunas redes sociales a ideologías concretas, que, casualmente, son escasamente democráticas, autoritarias o claramente totalitarias. Pero no son los únicos represaliados por el poder cuyo único delito es criticar a los que mandan. Esas redes sociales represoras se han convertido en policías del pensamiento, represores de la libertad y promotores de la sumisión esclava, ignorando que la democracia exige de los ciudadanos que sean críticos y que vigilen constantemente al poder para que los que gobiernan se mantengan dentro de la justicia y la equidad y para que el poder del Estado no crezca hasta convertirse en depredador de la ciudadanía.

Cientos de miles de ciudadanos del mundo libre están emigrando hacia redes sociales más libres y tolerantes con la crítica. Una de ellas es Telegram, de origen ruso, aunque no controlada por el Kremlin, que ya tiene mas de 500 millones de clientes en el mundo, ninguno de los cuales sufre represión y acoso.

¿Quién iba a decir a los intelectuales, periodistas, políticos y ciudadanos del mundo occidental, teóricamente libre y democrático, que tendrían que refugiarse en una red social rusa para escapar de la tiranía represiva de las plataformas de Occidente? Es el mundo al revés, pero todo tiene su explicación.

Los rusos saben que ellos perdieron la Guerra Fría y que el Muro de Berlín fue derribado porque mientras ellos representaban la esclavitud y la represión, Occidente defendía la libertad. Por eso ahora promueven la libertad, aprovechando que en el mundo democrático occidental se han desatado tendencias tiránicas y represivas. Ahora los rusos hacen el papel de buenos y los occidentales parecen los malos, sobre todo si siguen amparando el sucio interés de las clases dirigentes por controlar la libertad en Internet y reprimirla sin piedad.

Yo soy uno de los que he escapado de Facebook represivo y tiranizado para refugiarme en TELEGRAM, después de que Facebook cerrara mis cuentas.

Durante casi una década usé la plataforma de Facebook para difundir mis ideas sobre la necesidad de que la democracia mejore y para que los ciudadanos ejercieran su vital papel de críticos del poder. He pretendido volcar sobre la red las enseñanzas de los cuatro libros que he publicado sobre la decadencia de la democracia (Democracia Secuestrada, Políticos, los nuevos amos, Periodistas sometidos, los perros del poder e Hienas y Buitres) Mi cuenta tenía el máximo permitido de "amigos" (5.000) y unos 7.000 seguidores, todos ellos abandonados por el miedo de Facebook a la libertad y a la libre expresión, un miedo que los poderes del NOM y sus políticos sometidos promueven para imponer su poder a una ciudadanía atemorizada y aborregada.

Twitter, la otra gran plataforma de comunicación en la red, Wassap, la mensajería más famosa, y algunas otras importantes resisten todavía y no han abierto sus espacios a la tiranía, como ha hecho Facebook. Esa resistencia es digna, decente y buena para la democracia.

Junto a muchos represaliados y reprimidos, animo a los hombres y mujeres libres de nuestro mundo a que huyan de las plataformas opresoras y se refugien, para desplegar su valiosa actividad de vigilantes críticos, crucial para la democracia, en espacios decentes dominados por la libertad y los derechos humanos.

Francisco Rubiales

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Viernes, 12 de Febrero 2021
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