"La sociedad civil debe movilizarse para controlar a la clase política". Lo ha dicho Alejo Vidal-Quadras, un político marginado de la cúpula del Partido Popular que mantiene ciertos aires de libertad y rebeldía dentro de su partido. Por fin aparece un político con razón desde dentro del sistema y afronta lo que constituye la esencia de nuestros problemas: los políticos y los partidos tienen demasiado poder y carecen de controles y contrapesos, lo que invalida la democracia y la transforma en una dictadura encubierta de partidos políticos y políticos profesionales.
La tesis de Vidal-Quadras está expuesta en su reciente libro "Ahora, cambio de rumbo", donde también afirma que la regeneración de España pasa por una reconstrucción de los valores y principios perdidos. Se pregunta el autor a quien corresponde desarrollar esos cambios y responde que “Corresponde al nuevo Gobierno salido de las urnas del 20 de noviembre”. Es cierto, ¿pero sólo el Gobierno?” No. Vidal-Quadras reclama un cambio porque “sufrimos de anemia participativa”. Precisamente por ello, concluye: “La sociedad civil se ha de movilizar para controlar a la clase política”. La tesis, en esencia, consiste en que un proyecto político que quiera convertirse en proyecto colectivo debe contar con el concurso y participación de la sociedad civil.
Lo que Vidal-Quadras ignora en su libro es que los partidos políticos no quieren que la sociedad civil ni los ciudadanos tomen decisiones, ni participen. Los políticos encuadrados en los partidos quieren el monopolio del poder, lo que convierte el sistema político español en una detestable dictadura sin ciudadanos, de partidos y de políticos profesionales. Las consecuencias directas de esa traición a la democracia son demoledoras y preocupantes: el creciente divorcio entre gobernantes y gobernados, el desprestigio de la política, el rechazo ciudadano a la "casta política" y, como revelan la´últimas encuestas, también un incipiente pero sólido y creciente "rechazo" de la sociedad española a la democracia. Todo ello por culpa de una de las clases políticas más ineptas y arrogantes de todo el Occidente.
La "rebeldía" de Vidal-Quadras no llega a tanto y no se atreve a ser coherente, ni a llegar al final del análisis. Él siempre ha sabido dar la sensación de ser libre, aunque sin entrar nunca en colisión con su partido, de donde provienen sus ingresos y su status. Un juego engañoso y ambigüo que es el gran "lastre" de su libro, de su tesis y de su vida pública. Cuando afirma en su libro que el cambio hacia una sociedad mejor y con control ciudadano debe darlo el partido ganador de las elecciones del 20 de nobiembre, es decir, su propio partido, él sabe perfectamente que el PP no dará ese paso, pero no lo dice.
El autor, además de una inteligencia lúcida, posee una extraña coherencia de pensamiento y conducta, lo que convierte al libro y a sus conclusiones en útiles para la actual sociedad española y, sobre todo, para los que aspiren a derribar la actual partitocracia y construir en su lugar una verdadera democracia moderna, con protagonismo de los ciudadanos y de la ley, sin privilegios ni dominios para la casta del poder, donde los hombres y las mujeres libres prevalezcan sobre los profesionales del sistema y la legión de políticos que se han atrincherado en el poder y convertidos ya en el principal obstáculo para la regeneración del país y su avance hacia un futuro más justo y mejor.
Las principales conclusiones del libro coinciden con las tesis que Voto en Blanco viene defendiendo y propagando desde hace casí una década. Uno de los puntos claves del análisis se refiere al déficit ético, a la penuria de valores, al derrumbe moral en el que nos encontramos. También coincidimos en la salida: el cambio debe realizarlo el nuevo gobierno salido de las urnas el 20 de noviembre, pero con el imprescindible concurso y protagonismo de la sociedad civil, cuya misión debe ser "Controlar a la clase política".
Francisco Rubiales
La tesis de Vidal-Quadras está expuesta en su reciente libro "Ahora, cambio de rumbo", donde también afirma que la regeneración de España pasa por una reconstrucción de los valores y principios perdidos. Se pregunta el autor a quien corresponde desarrollar esos cambios y responde que “Corresponde al nuevo Gobierno salido de las urnas del 20 de noviembre”. Es cierto, ¿pero sólo el Gobierno?” No. Vidal-Quadras reclama un cambio porque “sufrimos de anemia participativa”. Precisamente por ello, concluye: “La sociedad civil se ha de movilizar para controlar a la clase política”. La tesis, en esencia, consiste en que un proyecto político que quiera convertirse en proyecto colectivo debe contar con el concurso y participación de la sociedad civil.
Lo que Vidal-Quadras ignora en su libro es que los partidos políticos no quieren que la sociedad civil ni los ciudadanos tomen decisiones, ni participen. Los políticos encuadrados en los partidos quieren el monopolio del poder, lo que convierte el sistema político español en una detestable dictadura sin ciudadanos, de partidos y de políticos profesionales. Las consecuencias directas de esa traición a la democracia son demoledoras y preocupantes: el creciente divorcio entre gobernantes y gobernados, el desprestigio de la política, el rechazo ciudadano a la "casta política" y, como revelan la´últimas encuestas, también un incipiente pero sólido y creciente "rechazo" de la sociedad española a la democracia. Todo ello por culpa de una de las clases políticas más ineptas y arrogantes de todo el Occidente.
La "rebeldía" de Vidal-Quadras no llega a tanto y no se atreve a ser coherente, ni a llegar al final del análisis. Él siempre ha sabido dar la sensación de ser libre, aunque sin entrar nunca en colisión con su partido, de donde provienen sus ingresos y su status. Un juego engañoso y ambigüo que es el gran "lastre" de su libro, de su tesis y de su vida pública. Cuando afirma en su libro que el cambio hacia una sociedad mejor y con control ciudadano debe darlo el partido ganador de las elecciones del 20 de nobiembre, es decir, su propio partido, él sabe perfectamente que el PP no dará ese paso, pero no lo dice.
El autor, además de una inteligencia lúcida, posee una extraña coherencia de pensamiento y conducta, lo que convierte al libro y a sus conclusiones en útiles para la actual sociedad española y, sobre todo, para los que aspiren a derribar la actual partitocracia y construir en su lugar una verdadera democracia moderna, con protagonismo de los ciudadanos y de la ley, sin privilegios ni dominios para la casta del poder, donde los hombres y las mujeres libres prevalezcan sobre los profesionales del sistema y la legión de políticos que se han atrincherado en el poder y convertidos ya en el principal obstáculo para la regeneración del país y su avance hacia un futuro más justo y mejor.
Las principales conclusiones del libro coinciden con las tesis que Voto en Blanco viene defendiendo y propagando desde hace casí una década. Uno de los puntos claves del análisis se refiere al déficit ético, a la penuria de valores, al derrumbe moral en el que nos encontramos. También coincidimos en la salida: el cambio debe realizarlo el nuevo gobierno salido de las urnas el 20 de noviembre, pero con el imprescindible concurso y protagonismo de la sociedad civil, cuya misión debe ser "Controlar a la clase política".
Francisco Rubiales