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Acabamos de elegir a nuestros verdugos



Cuando se vota en una democracia corrompida y degradada, como España, siempre se eligen a enemigos potenciales, a gobernantes que en lugar de solucionarnos los problemas y hacernos felices, lo normal es que nos maltraten y expolien. Votar a los que nos representan en un sistema degenerado es una auténtica locura suicida. Este razonamiento, perfectamente lógico, nos lleva a la conclusión de que ayer, día 26 de mayo, los españoles hemos elegido a nuestros enemigos, a personas que en lugar de adelgazar el Estado y practicar la austeridad, como sería justo y recomendable, preparan alianzas oscuras que desconocemos y una brutal subida de impuestos que, como siempre ocurre, afectará más a los trabajadores y clases medias que a los ricos.

El balance de logros y fracasos de nuestros políticos demuestra que son los verdugos del pueblo, los que nos acribillan a impuestos, los generadores de injusticias, abusos, arbitrariedades y los que más que solucionar problemas los crean. Elegir a nuestros enemigos creyendo que elegimos a los mejores para que nos conduzcan es el mayor error de nuestro mundo, la mayor paradoja y el esperpento más estúpido de este siglo. Cada vez que acudimos a las urnas elegimos como representantes y entregamos el inmenso poder del Estado a personas que no ofrecen garantía alguna de decencia y buena conducta, sin la preparación suficiente, más leales a sus partidos que a la nación, sin capacidad para solucionar problemas y suciamente inclinados a cometer arbitrariedades, abusos y corrupciones.
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Verdugos de España elegidos por el pueblo
Millones de españoles, ante la injusticia reinante, el despilfarro, la corrupción, la mentira, el odio, las componendas y el mal gobierno, ante la ausencia triste de espíritu de sacrificio y de amor a España en la política, estamos descubriendo con amargura que los políticos, en lugar de nuestros defensores son nuestra pesadilla. La creencia de que España lleva décadas gobernada por gente degradada y sin mérito, que no merece dirigir el timón de la nación y que debería ser expulsada del poder, cobra cada día más fuerza.

El teoría, la democracia es el gobierno de los mejores, pero en España es el de los peores. La sociedad española es mucho mejor que su clase dirigente, más decente, más digna, mas generosa, menos corrupta y muchos más ética.

Pero el verdadero drama de España no es que su clase política sea un desastre pernicioso para la nación, sino que los ciudadanos siguen votando a sus verdugos, lo que constituye un verdadero suicidio colectivo.

Hemos votado por unas personas que nos desprecian y utilizan, que suelen gobernarnos con injusticia, que crean desigualdad, que despilfarran, que han construido un Estado tan voluminoso que ya es imposible de financiar sin impuestos abusivos y por seres los que no solucionan los grandes problemas del mundo, que se enriquecen ilícitamente en el poder, que han convertido la política en una carrera para lucrarse y en personas que no merecen en modo alguno ni nuestro voto, ni nuestra consideración.

Muchos españoles están alcanzado la triste conclusión de que los grandes partidos deberían estar proscritos, no sólo por la corrupción que los invade, por tener los juzgados llenos de ladrones y estafadores y por su repugnante comportamiento político y humano, sino también por el nefasto balance que sus gobiernos exhiben ante los españoles. Por culpa del PP y del PSOE, España es hoy un país problemático, injusto, plagado de desempleados, nuevos pobres, gente sin horizontes y de dramas, una nación sin prestigio, considerada por sus socios europeos y occidentales más como un lastre y un problema que como un socio estimulante.

España ocupa uno de los primeros puestos en el ranking mundial de casi todas las miserias y suciedades: corrupción, consumo y tráfico de drogas, refugio para mafiosos, recepción de dinero criminal, blanqueo de capitales, baja calidad de la enseñanza, fracaso escolar, alcoholismo, prostitución, trata de blancas, desprestigio de los políticos, baja calidad de la democracia, impuestos desproporcionados, desempleo, avance de la pobreza, falta de oportunidades para los jóvenes, politización de la Justicia, burocracia... y un largó etcétera.

Acabamos de elegir como gobernantes a los que han construido ese país problemático e injusto, los mismos políticos que se exhiben arrogantes y poderosos en las pantallas de televisión, cuando, en justicia, deberían estar arrodillados, pidiendo perdón por los inmensos daños causados a España y a los españoles.

No es justo que los españoles no sepan, a estas alturas, que alianzas sellarán los políticos, o que política emergerá de los extraños pactos de gobierno que se están fraguando en negociaciones oscuras y ajenas a una democracia que exige lealtad a los votantes, fidelidad a las ideas presentadas en campaña electoral y transparencia absoluta en las negociaciones.

La gente está adquiriendo conciencia ciudadana ante los abusos extremos que sufre y, al contemplar el comportamiento de sus dirigentes y comprender la sucia realidad, está aprendiendo a odiar a sus políticos, lo que constituye una verdadera tragedia para la nación. Pero ellos, con sus actuaciones, se lo están ganando a pulso.

Como reacción contra la injusticia y el abuso, millones de ciudadanos están abandonando la manada para convertirse en seres críticos y exigentes, como corresponde al ciudadano en democracia. Cada día son más los que dejan de ser borregos torpes y sometidos para actuar como leones indignados ante la torpeza, miseria y desvergüenza corrupta de los domadores.

Nuestros gobiernos se han comportado como enemigos de España, a la que empujan hacia el abismo. Se niegan tercamente a adoptar las medidas y reformas que el país necesita, como reducir el tamaño monstruoso de un Estado que esta tan lleno de parásitos y de políticos inútiles que nos arrastra hacia la ruina, pero si aprueban mermas de derechos, recortes en servicios básicos y reformas tan injustas como el incremento de los impuestos, una medida que puede arruinar todavía mas la ya postrada economía española y que provoca estragos como el auge de la economía sumergida, la fuga de capitales, la huida de empresas hacia países donde se tributa menos, el cierre masivo de empresas, asfixiadas por el fisco, desempleo masivo, pobreza y desindustrialización, entre otros.

Y todo porque los gobiernos españoles se comportan como enemigos del país y de sus ciudadanos.

El ciudadano es absurdo e inconsecuente. Por una parte está desconcertado porque se siente gobernado por bribones que mienten, incumplen sus promesas, violan la democracia, se entregan en cuerpo y alma a la corrupción e impulsan una sociedad injusta e indecente, pero por otra parte acude a las urnas para elegir a esos verdugos.

Millones de españoles no podemos respetar ya a la autoridad, a la que obedece sólo porque teme el castigo. Todos los valores de la democracia, entendida como ciudadanos que se unen en torno a objetivos comunes, han quedado dinamitados en una España que es víctima de la bajeza y torpeza de sus clases dirigentes.

España es un país desquiciado porque le ha fallado su clase dirigente. Circula por el ciberespacio un dato espeluznante, que paree cierto, según el cual hay mas de 300.000 políticos y altos cargos, en activo o retirados, que no pueden justificar el dinero que poseen

Hay brutalidades y daños causados por los políticos que el pueblo español no puede perdonar ni olvidar. Entre esos "desmanes" destacan la impunidad de los canallas y ladrones, la negativa del gobierno a impartir justicia a los que han sido estafados por la banca, la responsabilidad de los políticos ante el saqueo de las cajas de ahorros, la ruina de cientos de miles de empresas, provocada directamente por gobiernos que las asfixian con sus impuestos y burocracia y el incumplimiento de la promesas electorales, pecado grave frente al que los políticos se muestran indiferentes.

Pero hay mas dramas políticos que no merecen perdón y que siguen impunes, como el funcionamiento lamentable de la justicia politizada, la generosa financiación de partidos y sindicatos con el dinero de los impuestos, en contra de la voluntad masiva de los ciudadanos, la convivencia de la clase política con la corrupción, la marginación escandalosa del ciudadano, al que se le sigue llamando, hipócritamente, "soberano" del sistema, cuando es tratado como un borrego, el desamparo de los mas débiles, los recortes innecesarios en servicios básicos, la liquidación de derechos ciudadanos ganados a lo largo de la Historia y un sinnúmero de estragos y brutalidades perpetradas desde un poder político que hace méritos cada día para ser expulsado de la cúspide y que se gana a pulso el desprecio y hasta el odio del pueblo.

A esa "chusma" es a la que acabamos de votar para hacerlos poderosos, millonarios y dueños de nuestro destino.

Francisco Rubiales



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Lunes, 27 de Mayo 2019
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