Información y Opinión

AGREDIDA EN RUTE





Hoy ha sido en Rute, ayer en Granada, Madrid, o Barcelona, y mañana será … ¿Hasta cuando vamos a sufrir este estridente río de sangre que clama contra este ambiente de violencia que ruge a diario por todas las esquinas? Los poderes públicos y las instancias sociales han de pensar y hallar una solución a tanta muerte constante, insistente y depravada.

La Guardia Civil de Rute (Córdoba) ha detenido a un varón de 23 años que confesó haber sido el autor de los disparos que causaron heridas de gravedad a su novia de 16 años en la localidad cordobesa de Rute; presenta dos heridas por arma de fuego, una en el abdomen a la altura del estómago y otra en un muslo; uno de los proyectiles también causó daño medular, lo que podría causarle afecciones neurológicas, que los médicos están evaluando.

Son ya demasiadas las muertes. Son muchos los sufrimientos y los dramas. La sociedad no puede asistir impasible, cada día, al asesinato de mujeres y niñas. Pareciera que la denuncia y noticia, en los medios, suscitara el síndrome de imitación.Tal vez debiéramos callar en este asunto.

Esta masacre sangrienta es una de las más fétidas lacras sociales. Son muchos ya los crímenes y se calculan dos millones de mujeres que viven, sometidas y atemorizadas, en el maltrato. Muchas han caído pese a la orden de alejamiento y tras haber denunciado el hecho reiteradamente. Es un asunto muy complejo. Atañe a la personalidad y al ámbito de los sentimientos, debiendo salvaguardar los principios de intimidad y de libertad personal. Lo cierto es que nos atenaza y atrapa esa rugiente furia asesina. Parece que la Ley Orgánica de 11/2003 y las últimas reformas legislativas, en materia de violencia doméstica, no son eficaces ni suficientes. La cuestión necesita la modificación legislativa en materia penal y penitenciaria; requiere mayor provisión de recursos humanos, económicos y policiales, a la vez que prevención y educación, protección y defensa de las víctimas y dura sanción al agresor.

Hay que incidir en la educación; se trata de individuos montaraces, criados en la incorrección, en la permisión de sus instintos y en la facilidad de la concesión, faltos de la disciplina, de la resignación y del cumplimiento responsable del deber; exigen derechos y desprecian la obligación; ignoran el respeto, la paciencia, el sometimiento y el riego continuo del calor del hogar con el abrazo diario y la exigencia personal y común. El adulto se conforma en la infancia y la mejor enseñanza se recibe por el ejemplo. Son individuos de mentes desquiciadas, de maldad innata, de mala crianza entre caprichos, abandonos familiares y vivencias machistas y violentas; sujetos faltos de valores y de hábitos éticos En definitiva, mala educación y persistencia de substratos culturales vejatorios

Se impone, en la mujer, estudiar su elección y, en la sociedad, impartir educación y arbitrar el remedio.


Camilo Valverde Mudarra


Franky  
Sábado, 16 de Septiembre 2006
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