Colaboraciones

AGRADECIMIENTO ARGENTINO





Por una vez, y sin que sienta precedente, debo aplaudir una acción del Gobierno de Néstor Kirchner: el pasado 24 de Marzo, al conmemorarse el 30 aniversario del sangriento golpe militar de 1976 en Argentina, publicó una solicitada en periódicos españoles agradeciendo el apoyo recibido en España por parte de los miles de ciudadanos argentinos que entonces tuvimos que exiliarnos. En la mayoría de los casos, además, nos quedamos definitivamente en este singular y diverso territorio.

Ya se sabe que es de personas bien nacidas reconocer y agradecer los apoyos y favores recibidos. Sé que a muchos españoles les incomoda que podamos decirles: amigos, muchas gracias, aquí, con sus más y sus menos, nos hemos sentido casi como en casa. En no pocos casos, como en casa. Esta incomodidad proviene de un sentimiento anterior de ellos –sobre todo de los que rondan los 50, o los superan-: el de su agradecimiento por el apoyo –materializado en el envío de barcos con alimentos de todo tipo- recibido de Argentina en épocas pretéritas y de grandes dificultades, en las que aquí “gobernaba” Franco y allí Perón y Evita.

Es demasiado conocido el hecho de que Argentina es “mitad española y mitad italiana”, circunstancia que supone una relación tan profunda, basada en conexiones familiares, de afectos –también algunos desafectos-, y sentimientos generalmente positivos –independientemente de chanzas y chistes de todo tipo originados a ambas orillas del Atlántico-. No hay región española en la que no haya alguien que “tenga un pariente en Argentina”. Seguramente por ello, esencialmente, a los argentinos no nos han visto casi nunca como inmigrantes. Hemos sido –y somos- casi como uno de esos familiares, o personas muy cercanas, que un día se instalan en tu barrio, en tu ciudad, en tu entorno, y al que consideras como un igual.

Todavía recuerdo, viviendo en Madrid y en época del último desastre económico –el del “corralito”, en el 2001-, a madrileños dirigiéndose a jóvenes argentinos que encontraban en la calle, y no conocían de nada, animándolos a seguir adelante, a no desfallecer a pesar de las circunstancias. Pensaba entonces: “Esto es solidaridad real, expresión de cariño....empatía”.

Hoy, en Asturias, mis sensaciones son parecidas. Hay que ver cuántos asturianos me han comentado, siempre de manera respetuosa, amable, entrañable, sus profundas relaciones con Argentina. De hecho, en este país se encuentran el mayor número de casas asturianas en el exterior. Esto mismo lo he vivido en Andalucía –especialmente en Cádiz-, en Palma de Mallorca, en algunos puntos de la Comunidad Valenciana, en Galicia, en Navarra, en Extremadura.....en fin, en tantos sitios.

No sé quién le habrá sugerido a Kirchner –podría ser idea suya- que tomase esta iniciativa (me inclino por pensar en el actual embajador argentino en España). Lo que me parece muy claro es que un gesto de esta naturaleza, no sólo es de justicia hacerlo, sino que también contribuye a que dos sociedades, por más alejadas geográficamente que estén, mejoren su nivel de relación, que debe basarse en el respeto mutuo y en el afecto sincero. Ojalá podamos contemplar otras acciones similares y mejorar así nuestra salud mental colectiva.

Eduardo Caldarola de Bello

Franky  
Lunes, 27 de Marzo 2006
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