Colaboraciones

¿A QUÉ VIENE AZNAR?





No se podía sospechar que Aznar presentara una inclemente corrección y una tan rígida censura al Gobierno de Rajoy; y lo peor no ha sido la contundencia de los reproches en público, sino la imagen de dureza e intransigencia que ha transmitido; la gran audiencia que tuvo entre los jóvenes, indica que Aznar sigue siendo y estando, como también el revuelo mediático que ha suscitado.

¿Qué pretende ahora Aznar? ¿Qué mensaje ha traído a estas alturas tras habernos dejado el regalito del sucesor a dedo? Puede que haya venido a dar lecciones de gobierno respecto al cumplimiento de las promesas electorales, a la subida de impuestos, a los recortes salariales a los empleados públicos, de menos parados y más empleo; sabe que el gobernar produce beneficios y perjuicios, pero no comprende que Rajoy la haya emprendido contra sus electores, las clases medias, los que arrastran el peso crítico abrumados por las cargas fiscales, y eso sin reducir ni uno de los privilegios de la clase política; a decir que Rajoy ha emprendido una política económica errónea, por cuanto se muestra empobrecedora y paralizante, lo que indica el fracaso de Rajoy, que ha conducido la situación al estado de emergencia; y ¿por qué no se lo dijo todo esto en privado? La irrupción de Aznar puede ser el reflejo de una creciente oposición en las interioridades del partido; o la proclama de la absurda resignación de Rajoy, de su parsimonia insufrible y de ese conformismo de la nulidad, que permite el vocerío de Mas en Cataluña, mientras osado exige más y más dineros; es que parece un presidente sometido a Mas y a las órdenes de los socio-comunistas en Andalucía, que anda como acogotado y no hace nada de nada. O es que Aznar ha visto que las próximas elecciones generales peligran, y, en el miedo, tras nueve años fuera de la actividad política, intenta tomar posiciones y sitio para el caso de esa probable debacle electoral, con lo que Rajoy desaparecería y él, con su andadura intacta, podría componer la ruina; o, tal vez, sólo sea una rabieta contra Prisa y las voces que lo critican con negros odios.

Con la conciencia entre las manos, pronuncia la palabra España dolorido y eso no deja de causar impacto. “Cumpliré con mi conciencia, mi partido y mi país”; de estas tres formulaciones, sólo una, su conciencia, se puede considerar, pues, su partido se ha refundido y su país se ha volatizado bajo las escarchas de la mediocridad y del relativismo. Aznar favoreció los nacionalismos desde el gallego al catalán, por lo que no cortó la beligerancia y acoso del nacionalismo en Cataluña. Al final, requerido por la prensa, sobre si recuperaría las transferencias, salió por la tangente de garantizar la cohesión social y territorial y, de las competencias, no supo o no quiso definirse.

La gente vive en el resquemor arrastrado por los ajustes de la crisis, en el asco del hedor que levanta la corrupción de la partitocracia y en la zozobra del triste futuro que se divisa; todo ello produce el hastío y el rechazo por los abusos de la casta política, que instalada en la poltrona y la mangancia no reduce el despilfarro ni recorta sus altos emolumentos ni el monstruoso estado “autonosuyo”; el disgusto se aprecia en la calle, en las innumerables víctimas del desastre económico e institucional, que exigen al Gobierno fortaleza, que use la vara de mando y se deje de tantas contemplaciones y parsimonias; los sufrientes del pueblo son los que viven en el temor de que esto empeore y vaya cada vez peor; el pueblo quiere recuperar sus esencias, la estabilidad y confianza. El Estado de la Autonomías ha periclitado, España entra en una nueva etapa, anda a la búsqueda de su ser, las virtudes nacionales propias y consistentes que la asienten en el s. XXI; habrá que reformar la Constitución y dar un nuevo giro, Nación Invertebrada, decía Ortega. Ha de sacudirse esta rampante mezquindad que la envuelve, la inconsistencia y el igualitarismo a la baja de los siete años de desbarajuste. Tras las elecciones de noviembre del 2011, pareció que vendría la regeneración, pero la esperanza de la apertura de un cambio duradero voló; Rajoy tendría que haber entrado pisando fuerte, con imposición y mando y un nuevo lenguaje, y todo se ha deshecho, planea la imagen del símil de un nuevo Zapatero, el pueblo español espera que se replanteen los valores éticos y sociales, pero no llegan, los españoles siempre han elegido figuras mediocres y sin talla; así nos ha ido.

A su vez, véase el contraste: El mismo día que Aznar aparece en televisión, se produce una reunión entre el F. González y M. Rajoy; el encuentro tiene un significado político de enorme alcance: Es un ejemplo de patriotismo, de altura, nobleza y honradez, de un estadista. F. González no reprocha, tiende la mano a Rajoy, para lo que quiera y le ofrece su apoyo en asuntos europeos, para instar el empleo juvenil y estimular el crecimiento, y en los internacionales, para intervenir en América; le precisó que, desde la discrepancia, él está dispuesto a cooperar y ayudar en lo que conviene al País; que un señor con el prestigio e influencia de F. González, en Europa y América, se ponga al servicio de las necesidades nacionales y ofrezca su ayuda, a quien tiene hoy la responsabilidad de gobernar, es un excelente signo de esperanza, que debe tener respuesta positiva y servir de acicate. Ahora, no interesan los posibles rencores que hubiere, sólo interesa la responsabilidad sobre toda otra cuestión. Y así, la repuesta de Rajoy no tardó: “Si a los ex presidentes se les pide ayuda la prestarán, siempre quieren lo mejor para su nación”, expresó.

La gravedad de la crisis exige disposición y apoyo y no vanidades.


C. Mudarra

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Lunes, 3 de Junio 2013
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