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2018, año de ignominia y esperanza



En el año 2018 la corrupción y la bajeza alcanzaron su cénit en España con la moción de censura a Mariano Rajoy, un acto siniestro en el que el PSOE de Pedro Sánchez, sin otro fin que gobernar, selló una alianza repugnante y contra natura con partidos que odian a España y quieren destruirla. Pero el año 2018 también dio a luz una esperanza nueva, la de la rebelión de los ciudadanos contra la corrupción, el abuso de poder y el mal gobierno, que se plasmó en Andalucía con la inesperada derrota de los socialistas y la esperanza de que las fuerzas ganadoras sustituyan en el poder al PSOE, cuyo gobierno de casi cuatro décadas no ha logrado sacar a los andaluces del atraso, el desempleo y la pobreza.

Las elecciones andaluzas, en la que el protagonismo pleno fue de los ciudadanos, que decidieron votar contra la corrupción y el abuso, también aportaron la gran sorpresa de la irrupción de VOX en la vida parlamentaria, con 12 diputados y con un vigor que causa miedo al resto de los partidos, que se sienten amenazados por el previsible crecimiento del recién llegado.
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2019 es el "año del cerdo". Ojalá en España no sea "el año de los cerdos"
El año 2018 pasará a los libros de Historia, por ser el año de la resurrección del pueblo español, que decidió decir "¡BASTA!" a la corrupción y a una forma abusiva y perversa de gobernar, en la que los intereses de los partidos y de sus políticos prevalecen siempre sobre el bien común y los intereses de la ciudadanía. Los andaluces, contra pronóstico, dejaron a los socialistas en minoría y dieron la mayoría a partidos del ámbito de la derecha que, si se coaligan, pueden gobernar y arrebatar el poder al socialismo andaluz, un poder de cuatro décadas ininterrumpidas que parecía blindado e invencible por su densa e implacable red clientelar, que gestionaba el dinero, las subvenciones, los puestos de trabajo, los contratos y muchos de los privilegios del poder, utilizados por el PSOE para fortalecer su dominio.

Pero el gran acontecimiento del año fue la moción de censura contra el Gobierno de España, presidido por Mariano Rajoy, debatida entre el 31 de mayo y el 1 de junio de 2018, registrada por el Grupo Socialista el 25 de mayo, después de que la Audiencia Nacional sentenciara que el Partido Popular (PP) se había beneficiado del esquema de sobornos ilegales a través de los contratos del caso Gürtel, una sentencia que suponía la confirmación por los tribunales, en primera instancia, de la existencia de una estructura de contabilidad y financiación ilegal que se desarrolló en paralelo a la oficial desde el momento de la fundación del partido, en 1989.

Rajoy, muy dañado por la corrupción y por su tendencia a dejar que los problemas se pudran sin actuar, tuvo que abandonar el poder, sin que el pueblo español derramara por él una lágrima, y fue sustituido por el líder socialista Pedro Sánchez, que fraguó una alianza con los partidos más anticonstitucionales y antiespañoles del espectro político (Podemos, los independentistas catalanes y vascos y los proetarras de BILDU), una amalgama peligrosa y contra natura que sorprendió a los españoles, muchos de los cuales se sintieron engañados por el que sibilino y mendaz Sánchez, que pronto dijo que no cumpliría su promesa de convocar elecciones rápidamente y que prolongaría su débil gobierno toda la legislatura, hasta 2020.

Desde entonces, España ha quedado dividida en dos bandos, por un lado el del gobierno y las fuerzas que le apoyan, envueltos en disputas internas y en constantes negociaciones para gobernar y aprobar leyes fundamentales y presupuestos, y por otro lado los partidos que se oponen a Sánchez, ampliamente respaldados por una ciudadanía que considera a Sánchez un auténtico miserable y transgresor de las reglas de la democracia, al negarse (porque teme perder) a convocar las elecciones que prometió y al rodearse de lo peor de la nación.

La España de los dos bandos recuerda en muchos aspectos a aquella España de los años treinta del pasado siglo, envuelta en conflictos y luchas intestinas, que terminaron en la guerra civil de 1936.

El tercer gran acontecimiento del año fue, sin duda, la rebeldía del independentismo catalán, que continúa empeñado en lograr la independencia y que gobierna sólo para la mitad de los catalanes, aquellos que quieren separarse de España. Cataluña reproduce con más intensidad y peligro, la gravedad de la división en dos bandos en una actualidad cotidiana que resulta dura, estresante y plagada de manifestaciones y conflictos callejeros, todo un pulso gigantesco entre la ley y el delito, entre la Constitución y el golpismo, entre la unidad de España y la ruptura, provocada por un gobierno claramente anticonstitucional, provocador y sectario, pero bendecido miserablemente por Pedro Sánchez porque necesita sus votos para gobernar.

Esa es la España tensionada y conflictiva que entierra el año 2018 y abre las puertas del 2019, un año cuyo protagonismo va a ser del ciudadano y de su rebelión creciente contra una forma bastarda, corrupta y antidemocrática de gobernar, que han impuesto los dos grandes partidos (PSOE y PP) en las últimas cuatro décadas y que el pueblo quiere erradicar. Los ciudadanos, indignados y ahora conscientes de su poder, han decidido utilizarlo contra los sinvergüenzas y corruptos que controlan los partidos y ocupan las instituciones del Estado y van a usar las urnas para vengarse de los abusos y canalladas de la clase política, apoyando a fuerzas nuevas que hablan claro y prometen un nuevo estilo, como VOX, partido al que los expertos vaticinan en futuro brillante.

La conclusión principal de la tragedia española es que el pueblo español, una vez mas en nuestra historia, demuestra ser la parte más sana de la nación, capaz de acabar de un plumazo, en las urnas, con la hegemonía de los corruptos y de aquellos que han gobernado demasiados años de espaldas al pueblo y a la democracia, como si tuvieran un cheque en blanco en el bolsillo, imponiendo su voluntad sobre la voluntad popular y sobre el bien común.

Hay opciones para la tragedia en 2019, pero también las hay para la esperanza y el resurgimiento. Ojalá el "año del cerdo" sea para España el año de la ciudadanía libre y responsable, que sabe imponer la eficacia, la limpieza y la decencia a su miserable clase dirigente.

Francisco Rubiales

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Domingo, 30 de Diciembre 2018
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